Cinthya Roura: "Me preguntaba, ¿quién me bautiza como fotógrafa? Hasta que llega ese punto en que tú te lo crees".
Una charla sobre creatividad.
Cinthya es una de esas personas creativas de internet que he tenido en el radar desde hace varios años, desde entonces tenía ganas de conocerla y hablar con ella. Ella vive en Monterrey y yo en Madrid, así que necesariamente tendía que pasar online. Pero no fue hasta que encontré este formato para la newsletter que vi la oportunidad perfecta.
Decidí centrar nuestra charla en torno a la creatividad porque Cinthya es una una narradora visual nata: es directora creativa, fotógrafa, videógrafa. Comunica desde distintos canales y siempre está abierta a explorar y descubrir nuevos caminos.
Aunque la creatividad es un tema muy amplio, en cada persona se manifiesta de forma muy íntima y única. Es como asomarse al universo particular de cada unx. Tenía mucha curiosidad por conocer el de Cinthya, y ver desde qué lugar habita, con tanta naturalidad, lo creativo.
Paula Rodríguez: Cuéntanos un poco, ¿quién es Cinthya Roura?
Cinthya Roura: Soy una persona creativa, me gusta experimentar en muchas áreas. Cargo un latte conmigo la mayoría del tiempo y siempre traigo mi cámara conmigo para todos lados.
PR: Desde pequeña siempre decía que quería hacer muchas cosas a la vez, y ahora siento que me estoy reconciliando con esa idea. De niña lo sabes por intuición, pero de grande vienen las dudas, por querer hacer algo diferente a los demás. ¿Tú cómo has vivido tu creatividad desde niña hasta ahora? Y, por tanto, ¿tu capacidad para hacer muchas cosas?
CR: De niña me llamaba mucho la atención todo lo bonito, por ejemplo, me fijaba en la envoltura de los regalos. Aun así, crecí pensando que yo no era tan creativa. Mis hermanos dibujaban increíble, y yo sentía que los creativos eran ellos, no yo. Esa idea la arrastré hasta la prepa, que fue cuando empecé a tomar clases de teatro, escritura… También estudiaba francés y ahí teníamos que hacer cortometrajes, grababa, editaba… y me empezó a llamar la atención. Traía mi Sony a todos lados, tomaba fotos, empecé a editar videos también. Y llegó el momento de elegir la carrera, estudié publicidad, y desde ahí fue creciendo más mi interés por la foto, el video… Ha sido una evolución muy orgánica, como ir encontrando lo mío a través de clases, de amistades, de intereses compartidos.
PR: Entonces, lo que haces ahora no encaja exactamente con lo que querías ser de pequeña.
CR: Recuerdo que decía que quería ser maestra, pero en realidad me gustaba la idea de decorar el salón de clase. Mirando hacia atrás, me doy cuenta de que siempre me atrajo lo estético, leía mucho, me encantaban las fotos. Pero no lo nombraba como "creatividad", simplemente estaba ahí. Profesores, amigas, gente que me empujaron a probar cosas nuevas me ayudaron a entender que sí, que soy creativa, que eso era lo que me gustaba y que quería seguir por ahí.
PR: Qué fuerte eso de la accesibilidad que tengas o no a ciertos trabajos u objetos. En mi caso, fue con las revistas. Yo estudié moda porque quería trabajar en una revista, pero solo conocía las comerciales. Sentía que las fotos eran increíbles pero había mucha publi y los textos eran poco interesantes. Años más tarde descubrí las publicaciones independientes y ¡wow! Ahí encajó la pieza que me faltaba. Siento que pasa mucho eso de tener el puzzle enfrente pero no saber cómo armarlo.
CR: Sí, en algún punto ya se alinean todas las piezas. Ya viendo hacia atrás me doy cuenta de que siempre estuvieron ahí las pistas del caminito, pero en ese momento no las veía o no sabía que me interesaba.
PR: Y siendo tan visual, ¿qué significa para ti ser fotógrafa?
CR: Soy una persona muy nostálgica. Empecé a tomar fotos como una forma de tener un álbum de recuerdos con mis amigas, familia, momentos. Después evolucionó: ya no era solo nostalgia mía, sino también cómo retratar a otras personas. Me encanta la moda, pero no solo desde el lado comercial, me importa que quien esté frente a la cámara. Y siento que ha habido una evolución en la industria, donde ya no se trata solo de vender, sino de conectar. Las personas quieren saber quién está detrás de la cámara, y eso me encanta: conocer gente, crear en conjunto. Creo que eso es lo que más disfruto, estar en producción con personas diferentes, cada una con su historia.
PR: ¿Qué pensaste cuando viste el resultado de tus primeras fotos ya más profesionales?
CR: Creo que la primera vez que me pagaron tenía como 18. Fue una amiga de la prepa que me pidió una sesión, y yo no tenía ni idea de cómo cobrar, entregar, nada. Lo hicimos en un parque, nos pasamos horas. Me encantó, obvio, pero también aprendí a poner límites. Con el tiempo he ganado confianza para decir "ya tenemos la foto", proponer cosas, sentirme segura. Ver cómo he crecido como creativa es muy bonito.
PR: Esto es muy importante, porque al final, el trabajo que haces nace de un hobby que decides profesionalizar. Si no haces este tipo de gestión y no eres consciente de ello, puedes sentir que nunca sales realmente del hobby. Profesionalizar no es solo ponerle un precio a lo que haces, sino también adoptar una mentalidad diferente: poner límites, valorar lo que tienes que decir y entender que todo esto también forma parte del trabajo creativo.
CR: Sí, empieza como hobby y se siente como un juego. Yo cargo mi cámara analógica a todos lados y sigo tomando fotos a mis amigas. Pero hay un momento donde cambias el switch y dices: "ahora soy profesional". Y hay que cumplir con entregas, contratos… y también sentirte fotógrafa. Eso me costó, porque no estudié foto. Me preguntaba, ¿quién me bautiza como fotógrafa? Hasta que llega ese punto en que tú te lo crees. Soy fotógrafa, videógrafa, publicista, creativa... Y así tienes que presentarte y actuar para sentirte segura en lo que haces.
PR: ¿Y cuándo sentiste ese cambio de chip?
CR: Me gradué en diciembre de 2019, y para marzo de 2020 empezó la pandemia, el confinamiento y todo eso. Fue justo en ese 2020, ya graduada, cuando dije: “Quiero ser fotógrafa, esto es lo que me gusta y quiero empezar a dedicarme a ello”.
Organicé una sesión de fotos colaborativa con una amiga modelo, otra que hace styling y otra maquilladora. Pensé en escribirle a marcas para ofrecerles contenido, hacerles fotos... Ya había hecho algo de eso como freelance con una amiga en la universidad, y ahora podía dar full porque ya no tenía que estudiar.
Con la pandemia empecé a hacer este tipo de proyectos, y al mismo tiempo comencé a trabajar con otras marcas y con Noise, más enfocada en fotografía. Ahí fue cuando realmente sentí que estaba creciendo como creativa. No solo evolucioné en cuanto al equipo técnico, sino también en la forma de dirigir las sesiones, de comunicarme con la persona frente a la cámara. Poco a poco fui ganando confianza y diciéndome a mí misma: “Sí, soy fotógrafa”.
De forma muy natural, también me empezó a interesar el video. Justo en ese momento llegaron TikTok y los Reels, y lo vi como una oportunidad para explorar, mostrar el detrás de cámaras de lo que estaba haciendo. Empecé con eso, a la gente le gustó, y luego lo fui haciendo también para marcas. Ha sido una evolución muy orgánica, no lo he sentido forzado, porque me he rodeado de personas creativas con las que compartimos esa misma energía de querer experimentar y crecer juntas.
PR: Tener comunidad como creativa es clave. No importa si es grande o pequeña, es ese impulso de hacer cosas con otros.
CR: Sí, justo. Obviamente conservo mis amistades de toda la vida, aunque no se dediquen a algo creativo. Pero también empecé a conectar con otras personas y a formar vínculos con creativos que, aunque no hacen exactamente lo mismo que yo, comparten ese impulso de estar creando todo el tiempo. Y eso también inspira muchísimo.
PR: Creativamente hablando, ¿qué temas son muy importantes para ti o te resultan inspiradores, a los que suelas recurrir o sientas la necesidad de hablar a través de tu trabajo?
CR: Un tema que trato mucho, y de hecho, estoy desarrollando un proyecto alrededor de esto, es la experiencia de ser mujer y lo que siento como mujer, sobre todo aquí en México. Veo hacia atrás y me doy cuenta de que hubo un tiempo en el que estaba peleada con algo tan “simple” como el color rosa. Ahora, me parece muy poderoso cómo se está resignificando ese color y la idea de que la feminidad no es debilidad.
Me interesa toda esta dinámica de cómo se percibe lo que es ser mujer, pero también qué significa realmente serlo y sentirse mujer, tanto en lo público como en lo privado y también sobre los espacios que habitan las mujeres frente a otros géneros, cómo gravitamos hacia ciertas cosas cada quién, y cómo eso se expresa a través de la ropa, de cómo nos vestimos…
Creo que esto también se ha ido entrelazando con mi interés por la moda. Me llama mucho la atención ese mix entre identidad y cómo ha ido evolucionando con la sociedad a lo largo del tiempo.
PR: ¿Crees que ese proyecto tendrá un final o irá transformándose?
CR: Yo creo que va a ir evolucionando, porque siento que es como las películas de Before Sunrise, Before Sunset, Before Midnight, que me encantan. No pasa nada más que están platicando, pero creo que cambia mucho la percepción cuando las ves en tus veinte y luego en los treinta. Ya en otra etapa te das cuenta de que ahí ya flotan temas como la familia, los hijos… Creo que, de cierta forma, uno va evolucionando aunque no quiera. A lo mejor las bases siguen siendo las mismas, tu identidad, más va evolucionando según dónde estás, en qué trabajas o no, con quién te rodeas. Puede ser interesante seguir con el proyecto y ver cómo se transforma.
Yo lo veo ahorita con mis amistades: antes convivíamos en la escuela, y ahora en los trabajos. Tengo amigas que ya se están casando, otras que andan pensando si quieren ser mamás o no. Cambian las preocupaciones, y eso también te cambia la identidad. Seguimos siendo el mismo grupo, pero la dinámica ya no es igual, va cambiando según las decisiones que cada quien va tomando.
PR: El cine también te inspira un montón.
CR: Sí, siento que cada vez tengo más ganas de contar una historia. Me gusta mucho leer, y a veces estoy leyendo algo y pienso: “esto merece ser una película”. Creo que por ahí me gustaría experimentar, más allá de los videos de la vida cotidiana. Ya crear algo, una historia bien pensada, es algo que sí quisiera hacer. Me gusta mucho el cine, me encantan Greta Gerwig, de Sofia Coppola…
PR. ¿Crees que rodar una película es uno de esos proyectos que te encantaría hacer, pero que como que da reparo decirlo en voz alta?
CR: Sí… si no me equivoco, el año pasado hice un dance film, y fue la primera vez que ya no estuve manejando la cámara, sino más bien co-dirigiendo con un amigo. Fue otra visión totalmente, mezclar lo que traíamos los dos. Nos conocemos desde hace mucho, entonces compartir esa experiencia, investigar juntos, pensar qué queríamos transmitir, armar el equipo… ahí fue cuando por primera vez pensé que sí podía dirigir. Y ahí me hizo click. Es algo que definitivamente me gustaría seguir haciendo. Tal vez por ahora seguir en formatos cortos, ir probando, viendo cómo funciona todo… y luego ya pensar en algo un poco más largo.
PR: Entonces, ¿tu conexión con la moda de dónde viene? Porque también te encargas de la parte creativa en Noise Magazine.
CR: Creo que como muchas personas de nuestra generación, a mí me empezó a llamar la atención por las películas de los 2000: El Diablo Viste a la Moda, Si Tuviera 30… Recuerdo que le pedía a mi mamá que me comprara revistas como Seventeen, Teen Vogue y todas esas porque me encantaban los visuales, las fotos, cómo se veía todo.
De ahí estudié Publicidad, pero la moda me seguía llamando muchísimo. Al menos acá en Monterrey no es tan común que alguien estudie algo relacionado con moda, lo típico es medicina, leyes, ingeniería… algo más “formal”, más aterrizado. Entonces, cuando me fui de intercambio a Florencia, fue como reafirmar todo eso. Ahí me di cuenta de que no solo me gustaban las películas, sino que también quería entender toda la historia de la moda, los visuales, el concepto detrás de todo. Y claro, me di cuenta de que quería formar parte de eso.
Quería encontrar una forma de mezclarlo con lo que ya venía aprendiendo de publicidad, comunicación y fotografía. Así fue como empecé a escribir en Noise, y como yo ya hacía foto por mi cuenta, naturalmente empezamos a hacer algunos proyectos visuales para la revista. Poco a poco todo fue evolucionando hacia la dirección creativa del impreso de Noise.
PR: ¿Cómo fue ver tu primera revista impresa?
CR: Está increíble, porque justo mi yo de 10, 12 años, que tenía otras revistas, ahora ve esto y es tal cual ver el producto que hicimos entre las dos, junto con la diseñadora. Fueron tantas juntas, tanto estar soñando… Tenerla física es algo increíble. Es como ver todo ese proceso reflejado en algo real.
PR: ¿Con qué momento del proceso te quedas?
CR: Me sigue sorprendiendo que lo logramos, no porque no confiara en nosotras, sino porque realmente todo empezó súper casual. Fui a una cafetería con Kasandra y me dijo que quería hacer la edición física, y que si la ayudaba. Y fue como: ¿y cómo se hace una revista impresa? Ninguna de las dos sabía, nada más estaba el sueño.
Entonces, el hecho de que nos atrevimos a confiar en nosotras e intentarlo, creo que es el mejor aprendizaje. El no tener miedo a soñar en grande, sin saber cómo va a suceder, pero luego encontrar la manera... y sucedió.
PR: ¿Cómo es ser creativa en Monterrey?
CR: Me acuerdo cuando estaba en la universidad, empecé el pódcast Afterhours como respuesta a que no escuchaba mucho conocimiento desde nuevas perspectivas. Quería que se notara esa falta. Ahora, al mirar hacia atrás y ver cómo ha evolucionado, creo que demuestra mucho más. Siento que mi generación, y mi trabajo, hemos ido creciendo. Hemos abierto espacios como Noise, como otras revistas, como quizá algunas productoras o estudios de diseño que siempre han existido, pero ahora tienen más alcance. La industria es mucho más grande porque la hemos ido creando.
Antes, era típico irse a la Ciudad de México para ejecutarlo. Ahora, muchos nos quedamos aquí para hacerla crecer. Ir, venir, pero tener proyectos locales ha sumado mucho.
Hay muchos cursos, pláticas, pasarelas… proyectos autogestionados. Entendimos que no podemos esperar a que una institución venga a financiarlo. Hay que moverlo nosotros.
PR: Esto que comentas sobre cómo nuestra generación y las que vienen se están sumergiendo más en la moda y otros sectores creativos, ¿crees que las redes sociales también han ayudado a fomentarlo?
CR: TikTok ayuda mucho a que te des cuenta de que hay otras personas, no necesariamente al otro lado del mundo, que están haciendo algo. Te das cuenta dentro de tu propio país, tu ciudad, de que hay gente que está haciendo cosas, y eso te ayuda a conectar. También es importante estar abierto a crear comunidad por todos los medios posibles.
PR: Claramente, las redes sociales son una herramienta muy potente, pero como creativa, ¿qué desventajas has encontrado en el formato digital?
CR: Creo que, por lo mismo de estar expuesto en redes, también te puedes abrir mucho a críticas o a que tomen a mal lo que subas. En realidad, hay tanto que estás permitiendo, tanto que estás dando crédito… Cuidarte a ti mismo cuando estás publicando y siendo vulnerable, compartiéndote o compartiendo algo que hiciste, es clave. Creo que es cuestión de poner límites: ¿qué tanto estás publicando? ¿qué tanto estás siendo parte de eso?
Y también del contenido que estás viendo. Si algo te afecta, bloquéalo o elimínalo, no pasa nada. Es cuestión de que estés cuidando las conversaciones que estás leyendo para que no te afecten de manera negativa.
PR: Total, como en la vida real. Vamos aprendiendo a poner filtros digitales también.
CR: Es empezar a entender que tienes el poder sobre lo que estás consumiendo. No ves películas que no te gustan, no ves series que no te gustan, no te juntas con personas con las que no estás alineada. Lo mismo pasa con las redes sociales. No vas a estar aislado, pero sí puedes empezar a cuidar lo que estás expuesto en tu día a día.
PR: ¿Qué opinas de la frase: “si no estás en Instagram, no existes”?
CR: Fíjate que ahora, con el tema del print, me di cuenta de que tiene mucho sentido. Al menos para la industria creativa, si eres freelance, es complicado no estar. Hay convocatorias que se dan por ahí, como hemos hecho con Noise. A veces, te mandaban portfolios o Instagram, y nos pasaba que muchos estaban privados y no podíamos verlos. Automáticamente se descartaban. O nos mandaban personas que querían participar en diseño gráfico, pero en su perfil solo había fotos que ellos tomaban, y no había nada relacionado con el diseño gráfico.
Entonces, de cierta forma, no puedes no tener Instagram, sobre todo si trabajas en algo creativo. Es lo primero que la gente va a buscar, y tiene que alinearse con lo que estás haciendo. Ahora el dilema también es separar el perfil personal del profesional. Tal vez funcione hacerlo, pero si es necesario tenerlo público, hay que estar consciente de que es lo primero que las personas buscarán, en cualquier trabajo.
PR: ¿Qué consejo le darías a alguien que quiere manejar bien sus redes para un proyecto?
CR: Escuché en un conversatorio de mujeres emprendedoras que el primer paso es decirlo, a quien sea. El primer paso es nombrarlo. Ya no es solo una idea que está vagando por la cabeza; en el momento en que lo nombras, ya se convierte en una idea real. Entre más lo nombres y lo compartas, más te lo crees y te das el permiso de soñar en grande.
PR. Ya hablando de proyectarse, futuro y demás, ¿cómo te ves? ¿Siguiendo apostando por Monterrey? ¿Mudándote?
CR. No me veo necesariamente en un lugar fija, me gusta la idea de explorar. El año pasado fuimos con Noise a París y Milán para la Fashion Week. No había ido a París antes, me gustó mucho la idea de visitar otros lugares y descubrir cosas de mí, cómo soy en otro idioma, en otra ciudad o país, y qué significa eso para mi creatividad. Tal vez estar en otro país unos meses o un año y ver qué sucede a raíz de eso es algo que me interesa.
Fotos cortesía de Cinthya Roura.















